El premio, cuando es dado únicamente por el resultado obtenido y no por el proceso (esfuerzo) para conseguir ese resultado, es, en sí mismo, una aberrante y peligrosa falacia.
El resultado no es lo único que importa; importa el cómo.
Si bien no cualquiera puede obtener determinados resultados (victorias, objetivos cumplidos, etc), la mayoría puede lograrlos ya que existen varias formas de alcanzarlos.
Aquel que carezca de ética y valores, usará cualquier medio para conseguir el desenlace anhelado; el fin justifica los medios como dice el diabólico dicho.
Pero lo que debería premiarse, es el alcanzar el resultado a través, únicamente, de la utilización de las herramientas dignas, legales, hidalgas y correctas.
Es que muchas veces, aquel que transita el camino con principios, no se lleva el premio, no se queda con el galardón.
Para esta enferma sociedad, es importante premiar el logro y no el proceso.
Concentrémonos entonces en el proceso y renunciemos a muchos logros populares. Éstos no son importantes, son efímeros y buscan elevarnos falsamente hacia un abismo del que sin lugar a dudas, seremos arrojados por aquellos mismos que con sus aplausos vacíos y engañosos, nos elevaron previamente.
La clave es el proceso. Es el cómo.
El resultado no es lo único que importa; importa el cómo.
Si bien no cualquiera puede obtener determinados resultados (victorias, objetivos cumplidos, etc), la mayoría puede lograrlos ya que existen varias formas de alcanzarlos.
Aquel que carezca de ética y valores, usará cualquier medio para conseguir el desenlace anhelado; el fin justifica los medios como dice el diabólico dicho.
Pero lo que debería premiarse, es el alcanzar el resultado a través, únicamente, de la utilización de las herramientas dignas, legales, hidalgas y correctas.
Es que muchas veces, aquel que transita el camino con principios, no se lleva el premio, no se queda con el galardón.
Para esta enferma sociedad, es importante premiar el logro y no el proceso.
Concentrémonos entonces en el proceso y renunciemos a muchos logros populares. Éstos no son importantes, son efímeros y buscan elevarnos falsamente hacia un abismo del que sin lugar a dudas, seremos arrojados por aquellos mismos que con sus aplausos vacíos y engañosos, nos elevaron previamente.
La clave es el proceso. Es el cómo.